En Asturies, los trisqueles (también los tetrasqueles,
hexapétalas y otros tipos de rueda solar) solían tallarse o pintarse en las
paredes de madera de los hórreos para proteger la cosecha que allí se guardaba.
Los símbolos celtas eran utilizados como herramienta de protección, para infundir valor a los guerreros, para vencer a sus enemigos, conseguir el amor o marcar el camino a seguir.
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